El otro día me encontré una revista
que parece ser un suplemento de otra revista o de algún periódico.
La portada era clara: “100 world class South Africans”.
Obviamente, no podía dejar pasar esta oportunidad de aprender algo
acerca de los ídolos del país en el que vivo, así que la revista
me ha acompañado al baño durante unos minutos cada día desde que
la encontré.
No me sorprendió el no conocer a la
mayoría de lxs retratadxs en la revista. Y no sólo porque no soy
nada partícipe del “famoseo”, sino porque este país siempre ha
resultado tan ajeno a los medios europeos que sus personajes más
eminentes, que no lo son menos que lxs más eminentes de Europa, nos
pasan del todo desapercibidos.
Quién ha oído hablar de, por ejemplo,
Natalie du Toit. Esta nadadora ganó una medalla de oro en los Juegos
Paralímpicos tan sólo un año después de haberle sido amputada una
pierna. Y siguió ganando durante 10 años los posteriores
campeonatos internacionales. No está mal a hazaña, pero no es eso
lo que más me impresionó. Fue, en 2008, la primera persona amputada
en competir en unos Juegos Olímpicos en 100 años, e incluso llegó
a ser finalista en una final de los Juegos de la Commonwealth (aquí
no hay versión Paracommonwealth). Sí, hizo lo mismo por lo que
Oscar Pistorius es famoso (o era hasta el presunto asesinato) pero
unos años antes. Ser mujer, y su particular carácter humilde,
imagino que no la ayudaron mucho a hacerse famosa.
No conozco a la mayoría de deportistas
que aparecen en la revista, que son unxs cuantxs, salvo un par de
excepciones del atletismo (me enorgullece saber qué hizo Zola Budd,
la maravilla descalza que batió el récord mundial de 5000m, pero me
avergüenza no recordar a Josiah Thugwane, el campeón de maratón
que dejó lo poco que tenía de adolescente para poder dedicarle más
tiempo a correr).
Tampoco sé nada de la mayoría de
políticxs, salvo otro par de excepciones (hablo de políticxs
actuales, por lo que no incluyo a Nelson Mandela en este grupo,
quien, lógicamente, aparece en la primera página y a quien, por
respeto a su persona, espero que dejen morir ya en paz), como el
ex-presidente Thabo Mbeki o el presidente-que-nunca-fue Cyril
Ramaphosa, pero incluso de estos apenas conozco más que los nombres.
Lxs escritores y demás artistas
(excepto los premios Nobel de literatura Nadine Gordimer y J.M.
Coetzee) también me son desconocidos, aunque tiene buena pinta el dúo de plumas Athol Fugard & John Kani. Tan sólo en el grupo de
cantantes y músicos puedo decir que conozco a unxs cuantxs, y aún
así son amplia mayoría lxs que desconozco. Dejo la música para
otro momento, porque me gustaría presentaros con más calma a mis
favoritxs y recientes descubrimientos. Estad atentxs.
Ni tampoco conozco, por supuesto, a
ningunx de lxs científicas retratadxs.
De entre este grupo, al margen del
Nobel Sydney Brenner, me quedo con la historia de Patience Mthunzi.
Esta mujer, criada en Soweto (educada en afrikáans, por lo que tenía
que dedicar las noches a traducir sus notas para poder estudiarlas
mejor), que por su aspecto en la foto no debe de tener más de 40
años y que es la primera doctora en biofotónica del país (título
que obtuvo en Irlanda), trabaja en detección de enfermedades
mediante láser), ha sido nombrada por la revista Forbes como una de
las 20 Youngest Power Women in Africa.
Sin embargo, ella nunca había oído hablar de Forbes ni de sus
listas. Algo parecido le ocurrió cuando recibió una llamada de
teléfono anunciándole que el presidente del país (Jacob Zuma) iba
a otorgarle la Orden de Mapungubwe (ni idea, pero parece algo
grande); en este caso Mthunzi directamente colgó el teléfono
pensando que se trataba de un engaño.
No nos engañemos
nosotrxs tampoco, hay muy poca gente capaz de conseguir lo que han
conseguido mujeres como Natalie du Toit o Patience Mthunzi. También
es cierto que historias como ésta se pueden escuchar en casi
cualquier país del mundo. Siempre hay gente sobresaliente que tiene
la capacidad, el apoyo y la suerte para superar toda adversidad y
triunfar (sea lo que sea a lo que llamemos triunfo).
La verdadera
diferencia entre un país como Sudáfrica y los países del primer
mundo no son las historias de gente prominente surgida de la nada o
de entre la pobreza, sino las historias de fracasos. Ahí sí que
ganan los países más pobres. En Sudáfrica destacan el número de
historias de gente que quiere y no puede; en España destaca el
número de historias de gente que puede y no quiere.
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Justo después de
escribir este post salí para asistir a una charla de Peter van Kets,
un aventurero sudafricano (aventurero profesional, de hecho, como él
mismo se define, de lxs tiene este país unxs cuantxs), organizada
por Sustainable Seas Trust.
Pensé que sería
una evento educativo y destinado, con el trasfondo de las
expediciones de este hombre, a generar conciencia sobre el cambio
climático (de nuevo) y la importancia de cuidar los océanos, pero
resultó ser una charla al más puro estilo motivational speech.
De nuevo, la
historia de salir adelante por encima de cualquier dificultad para
llegar a ver tus sueños hechos realidad, la necesidad de sufrir para
alcanzarlos... mientras, yo me preguntaba ¿y si mi sueño es no
sufrir en absoluto?
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