miércoles, 1 de mayo de 2013

¿Por qué vivir?

El otro día me encontré una revista que parece ser un suplemento de otra revista o de algún periódico. La portada era clara: “100 world class South Africans”. Obviamente, no podía dejar pasar esta oportunidad de aprender algo acerca de los ídolos del país en el que vivo, así que la revista me ha acompañado al baño durante unos minutos cada día desde que la encontré.
No me sorprendió el no conocer a la mayoría de lxs retratadxs en la revista. Y no sólo porque no soy nada partícipe del “famoseo”, sino porque este país siempre ha resultado tan ajeno a los medios europeos que sus personajes más eminentes, que no lo son menos que lxs más eminentes de Europa, nos pasan del todo desapercibidos.

Quién ha oído hablar de, por ejemplo, Natalie du Toit. Esta nadadora ganó una medalla de oro en los Juegos Paralímpicos tan sólo un año después de haberle sido amputada una pierna. Y siguió ganando durante 10 años los posteriores campeonatos internacionales. No está mal a hazaña, pero no es eso lo que más me impresionó. Fue, en 2008, la primera persona amputada en competir en unos Juegos Olímpicos en 100 años, e incluso llegó a ser finalista en una final de los Juegos de la Commonwealth (aquí no hay versión Paracommonwealth). Sí, hizo lo mismo por lo que Oscar Pistorius es famoso (o era hasta el presunto asesinato) pero unos años antes. Ser mujer, y su particular carácter humilde, imagino que no la ayudaron mucho a hacerse famosa.

No conozco a la mayoría de deportistas que aparecen en la revista, que son unxs cuantxs, salvo un par de excepciones del atletismo (me enorgullece saber qué hizo Zola Budd, la maravilla descalza que batió el récord mundial de 5000m, pero me avergüenza no recordar a Josiah Thugwane, el campeón de maratón que dejó lo poco que tenía de adolescente para poder dedicarle más tiempo a correr).

Tampoco sé nada de la mayoría de políticxs, salvo otro par de excepciones (hablo de políticxs actuales, por lo que no incluyo a Nelson Mandela en este grupo, quien, lógicamente, aparece en la primera página y a quien, por respeto a su persona, espero que dejen morir ya en paz), como el ex-presidente Thabo Mbeki o el presidente-que-nunca-fue Cyril Ramaphosa, pero incluso de estos apenas conozco más que los nombres.

Lxs escritores y demás artistas (excepto los premios Nobel de literatura Nadine Gordimer y J.M. Coetzee) también me son desconocidos, aunque tiene buena pinta el dúo de plumas Athol Fugard & John Kani. Tan sólo en el grupo de cantantes y músicos puedo decir que conozco a unxs cuantxs, y aún así son amplia mayoría lxs que desconozco. Dejo la música para otro momento, porque me gustaría presentaros con más calma a mis favoritxs y recientes descubrimientos. Estad atentxs.

Ni tampoco conozco, por supuesto, a ningunx de lxs científicas retratadxs.
De entre este grupo, al margen del Nobel Sydney Brenner, me quedo con la historia de Patience Mthunzi. Esta mujer, criada en Soweto (educada en afrikáans, por lo que tenía que dedicar las noches a traducir sus notas para poder estudiarlas mejor), que por su aspecto en la foto no debe de tener más de 40 años y que es la primera doctora en biofotónica del país (título que obtuvo en Irlanda), trabaja en detección de enfermedades mediante láser), ha sido nombrada por la revista Forbes como una de las 20 Youngest Power Women in Africa. Sin embargo, ella nunca había oído hablar de Forbes ni de sus listas. Algo parecido le ocurrió cuando recibió una llamada de teléfono anunciándole que el presidente del país (Jacob Zuma) iba a otorgarle la Orden de Mapungubwe (ni idea, pero parece algo grande); en este caso Mthunzi directamente colgó el teléfono pensando que se trataba de un engaño.

No nos engañemos nosotrxs tampoco, hay muy poca gente capaz de conseguir lo que han conseguido mujeres como Natalie du Toit o Patience Mthunzi. También es cierto que historias como ésta se pueden escuchar en casi cualquier país del mundo. Siempre hay gente sobresaliente que tiene la capacidad, el apoyo y la suerte para superar toda adversidad y triunfar (sea lo que sea a lo que llamemos triunfo).
La verdadera diferencia entre un país como Sudáfrica y los países del primer mundo no son las historias de gente prominente surgida de la nada o de entre la pobreza, sino las historias de fracasos. Ahí sí que ganan los países más pobres. En Sudáfrica destacan el número de historias de gente que quiere y no puede; en España destaca el número de historias de gente que puede y no quiere.

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Justo después de escribir este post salí para asistir a una charla de Peter van Kets, un aventurero sudafricano (aventurero profesional, de hecho, como él mismo se define, de lxs tiene este país unxs cuantxs), organizada por Sustainable Seas Trust.
Pensé que sería una evento educativo y destinado, con el trasfondo de las expediciones de este hombre, a generar conciencia sobre el cambio climático (de nuevo) y la importancia de cuidar los océanos, pero resultó ser una charla al más puro estilo motivational speech.
De nuevo, la historia de salir adelante por encima de cualquier dificultad para llegar a ver tus sueños hechos realidad, la necesidad de sufrir para alcanzarlos... mientras, yo me preguntaba ¿y si mi sueño es no sufrir en absoluto?

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