lunes, 16 de diciembre de 2013

Reconciliation Day

Se acabó el periodo oficial de luto. Ayer enterraron a Mandela en el lugar que él mismo eligió, cerca de dónde nació, no demasiado lejos de donde yo vivo.

Aunque mi limitada movilidad en esta ciudad (en este país) no me ha permitido sumergirme en las "celebraciones" (porque celebran lo que fue la vida del muerto, en lugar de llorar su muerte) que podían estar teniendo lugar en el centro de la ciudad. Por eso mismo decidí informarme a través de la tele sobre lo ocurría durante la semana de luto. Sólo tengo 4 canales, los 4 públicos de la SABC, y en todos retransmitían lo mismo estos días, así que he podido enterarme de lo del hombre que inventaba signos, de los abucheos a Zuma durante la ceremonia de homenaje al "late great Mandela" y del "olvido" de enviar una invitación a Desmond Tutu para el entierro de Madiba.
Lo del falso intérprete ha levantado mucho polvo, al menos en SA. Algunos medios empezaron en seguida a tirar de la manta y el pobre hombre se enfrenta ahora con el problema de ser una cara conocida y, al parecer, una buena serie de antecedentes penales por diversos crímenes más o menos graves (incluyendo intento de asesinato y de secuestro). Pero a mí me gustó su trabajo. Uno de los mejores chistes que he leído al respecto es que no podía haber mejor traducción para lo que estaban diciendo esas personas en la ceremonia: "blablabla blabla...".

Pero hoy no quería contar el pasado, sino el presente. Es festivo, el 16 de diciembre, desde hace 18 años. El día de la reconciliación. Y también hoy se celebra el primer centenario de la inauguración de los Union Buildings, donde se encuentra la sede oficial del gobierno, en Pretoria. Aprovechan el día para destapar una enorme estatua de Mandela abrazando al aire frente a los edificios.
Yo, sin embargo, he venido a trabajar a la universidad. Y me alegro muchísimo de haberlo hecho. He venido en bici, con un clima ya del todo veraniego y sin apenas viento, pero pedaleando mucho más despacio de lo habitual. ¿Por qué? Para dejarme acompañar por el grupo de delfines que venían bordeando la orilla, saludando a su paso a quienes disfrutaban del primer baño del día o se entrenaban para el próximo Ironman. A veces me da rabia no llevar la cámara siempre conmigo, claro, y poder compartir momentos como éste con todas vosotras.

Pero al menos son mañanas como ésta las que le reconcilían a uno con sigo mismo y hacen que me pregunte menos cosas

sábado, 7 de diciembre de 2013

Ahora llego a Sudáfrica



Sobre mi cabeza, la estrella del sur. En mis oídos reverberando el croar de las ranas, igual que reverbera en el suelo de todos los pueblos el sonido de un gran árbol que cayó anoche.
En mis oídos, el croar de las ranas. Entre los labios un porro, la copa de vino en la mano, la ciudad a mis pies y la bahía entera ante mis ojos.
Así está siendo mi despedida de Mandela (es decir, como a él le habría gustado que fuera) y mi llegada a un país nuevo.
Porque acabo de llegar a un país nuevo. Aunque cumplí ayer mi octavo mes en Sudáfrica, ha sido hoy cuando me he reencontrado a mí mismo en este país.
En abril yo era diferente a como fui ayer, y ayer me veía distinto a como soy ahora. Estadísticamente distinto, añado.
Hoy he encontrado una Sudáfrica nueva dentro de mí.


[Las estrellas, la marihuana, el vino, las ranas, el océano y tú estáis aquí conmigo esta noche, observándome mientras escribo esto]